... haciendo un trabajo sobre el genio al que se le ocurrió hacer esto
o esto
o esto otro
Sus edificios o son odiados o amados. No hay término medio. Estoy hablando de Francisco Javier Sáenz de Oiza.
Las fotos de arriba son solo un ejemplo de los numerosos proyectos que llevan su nombre.
Estos edificios están en Madrid. Son el edificio del BBVA (1971-81) en Azca, la Torres Blancas (1960-68) en la calle Avenida de América y las Viviendas en la M-30 (1986-90).
El primero es uno de mis edificios favoritos. Lo conocí hace muchísimos unos 10 años (ufff, siguen siendo muchísimos) en una asignatura de la carrera. Gracias a un profesor al que le apasionaba la asignatura que impartía (algo raro en la universidad) conseguí apasionarme por la arquitectura.
Siempre nos llama más la atención una pintura o una escultura y dejamos de lado la arquitectura, sobre todo la moderna. Todo lo que no sea una iglesia no es importante.
La dificultad que tiene ese edificio es que está literalmente sobre el túnel por el que va una de las líneas de tren más importantes de Madrid.
Imaginaros un edificio tan alto y pesado sobre un túnel (Madrid es un queso y un día de estos nos hundimos todos).
En esta imagen se ve como las vías pasan por debajo del edificio y como Sáenz de Oiza se las ingenia para desplazar los pilares que sostienen el edificio a los laterales. En esos pilares es dónde colocará los ascensores, escaleras y demás servicios, dejando una planta diáfana.
Hay días (la mayoría) en los que la universidad me parece la mayor pérdida de tiempo del mundo. Cuando llegas a una edad que no es la adolescente, te vas dando cuenta de las cosas. De como profesores que tienen ese título porque lo ganaron en una timba, te dan clase leyendo de un libro porque no tienen ni la más remota idea de lo que hablan. O como irás aprobando o suspendiendo todo dependiendo de tu cara y los gustos del profesor.
Pero siempre encuentras el motivo para seguir. Para mi uno de los motivos es el profesor que me descubrió la arquitectura del XIX en adelante. Los primeros rascacielos, las innovaciones, los edificios que me rodean cuando voy por la calle y antes no miraba.
Él es un motivo por el cuál voy de cabeza este semestre. Estudiar y trabajar cuando no tienes ni una pizca de fuerza de voluntad (la mía desertó hace años. Es más creo que nunca la tuve) es difícil. Más cuándo la dichosa asignatura consta de cuatro trabajos y examen. Pero todo esto me da igual las pocas tardes que me puedo permitir escapar del antro de perversión trabajo y sentarme a escuchar una apasionada clase, salpicada de anécdotas y chascarrillos.
Y yo tendría que estar haciendo un trabajo...